miércoles, 9 de junio de 2010

ENTREVISTA A SALVADOR MERCADO EN LEVANTE-EMV


En la foto Salvador Mercado, junto a la reproducción de un grabado antiguo.

Mercado: "EL PROBLEMA NO ES EL VUELO, SINO QUE A LAS FALLERAS LAS VISTEN MAL"

Por si no hay bastante en el debate sobre la indumentaria, da la sensación de que el mayor o menor vuelo de las faldas no deja de ser más que la punta del iceberg.

M. Domínguez, Valencia
Según la tesis de Salvador Mercado, estudioso del folclore valenciano desde su posición de director del Grup de Danses Alimara, "el tema va mucho más allá. Son muchos, los detalles que habría que cambiar en la indumentaria de las falleras para acercarnos a algo realmente fiel.
La indumentaria tradicional evolucionó mucho durante muchas décadas y es de una riqueza extraordinaria, pero hay numerosos errores en lo que se ve ahora".

Precisamente, Alimara está concluyendo durante este año un libro-catálogo sobre la indumentaria valenciana, tanto masculina como femenina, de diferentes épocas. A criterio de Mercado, el método a adoptar es muy claro: "hay que coger los grabados antiguos y ver cómo se vestía, porque eso plasma claramente como iban las mujeres en cada época. Así no hace falta inventarse nada".

Mercado echa la culpa en parte a que "los indumentaristas quieren vender y, con tal de hacerlo, pueden inventar sin rubor. Y si es por negocio, no es necesario: hay una variedad tan grande en la indumentaria tradicional, que no hay bolsillo que se les resista. Hay que leer mucho, hay que sacar objetos de los arcones y llegar a conclusiones". Dicho de otra forma, "si lo quieres, vístete de romano, pero no te disfraces de romano".

Por eso, Mercado sentencia claramente la cuestión planteada por Rita Barberá, en el sentido de reducir el vuelo de las faldas. "Si miras los grabados antiguos, queda claro que no llevaban tanto vuelo. Pero si eso se ha impuesto ahora como moda, todas llevan el vuelo ancho. Y podría cambiar dentro de un año o de dos si cambian de opinión. Ya digo que es un tema innecesariamente condicionado".

La indumentaria de la fiesta fallera ha señalado claramente dos tipos de vestido: el llamado de Siglo XIX -también denominado de fallera- y el de Siglo XVIII. El primero se caracteriza por las llamadas mangas de farol y el cuello redondeado y rodeado de cinta "que tampoco es riguroso y que es una incorporación de las últimas décadas". El segundo, por la ausencia de ambos elementos y la forma especial de su corpiño, además de otros aspectos a nivel de complementos y que se caracteriza por su riqueza de elementos, con el que ahora se estaría buscando imitar el estilo aristocrático de entonces, que no el labrador tradicional, por lógica mucho más simple de formas. Pero el diagnóstico de Salvador Mercado es contundente: "con la indumentaria hay que empezar de cero. Ponerse de acuerdo, pero según criterios rigurosos".

Entre lo que considera incorrecciones en la indumentaria habitual, se empezaría desde la propia elección de las telas. "Si te haces un traje de manga de farol, no puedes llevar tela del siglo XVIII, esas sedas floreadas. Deberían ser algodones o sedas con cuadros o rayas o flores, pero algo mucho menos sofisticado".
Haría falta un segundo aderezo.

Y a partir de ahí, mucho más: por ejemplo, los tres moños y las tres peinetas: "las peinetas como conjunto de tres son un invento de finales del Siglo XIX", con lo que se antoja que para los Siglo XVIII habría que cambiar totalmente el tocado y echar mano del único moño "y una sola peineta, más pequeña".

Lo mismo sucede con el aderezo. Actualmente, la Junta Central Fallera sólo destina presupuesto para la realización en su momento y restauración cada año de un aderezo de racimo, y es el que utilizan las falleras tanto para el Siglo XVIII como para el Siglo XIX. Y está plenamente asumido que eso es casi una aberración.
O consenso, o dejarlo como está.

En los trajes del XVIII, las falleras de la corte sustituyen el collar de varias vueltas por un medallón de la Virgen pero tanto la joia como los pendientes son con esa forma de racimo, en lugar un aderezo de otro tipo, como el De a Tres (conocido popularmente como la Verge), De Lazo o De a U.

En definitiva, un tema ante el que parece que hay dos soluciones: un consenso que parece casi imposible entre los negocios encargados de la confección y un dejar las cosas como están.

No hay comentarios: